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viernes, 17 de julio de 2015

DORMIDO EN EL PARQUE


Dormido en el parque


    • Oye mayor ¿me devuelves la pelota? Ufff. no tan fuerte me vas a hacer correr mucho, te la hecho otra vez y me la devuelves, pero más despacio, tienes mucha fuerza.
    • ¿Mejor así?
    • Sí, mucho mejor. Dime mayor ¿estás cansado ya? ¿Por qué estás solo?... ¿no tienes amigos? Yo tampoco tengo, soy nuevo en esta ciudad, me ha traído mi mamá... y es la primera vez que venimos a este parque. Si quieres podemos ser amigos y jugar juntos, yo conozco muchos juegos y te puedo enseñar.
    • Está bien seremos amigos, aunque  nunca he tenido un amigo tan pequeño.
    • No me gusta que me llames así, ya tengo siete años y no soy pequeño...
    • Uhmmm está bien no te enfades, te llamaré jovencito, ¿está bien así?
    • Sí, así está bien, tú me llamas jovencito y yo te llamaré mayor. No te importa ¿verdad?
    • ¿Por qué habría de importarme? Tengo ya bastantes años y aunque no me considero viejo sí que soy mayor.
    • Ya somos amigos.
    • Bueno entonces como ya somos amigos, nos podemos presentar, yo me llamo Beni y como podrás ver soy algo mayor que tú y tengo la barba blanca, ahora te toca a ti presentarte, a ver dime cómo te llamas...
    • Pues yo me llamo Ángel y hace unos días que vine a esta ciudad, vivo con mi mamá que es esa mujer que está sentada en aquel banco con el vestido blanco y se llama Inmaculada... ¿es muy guapa verdad?
    • Sí joven Ángel es muy guapa... y su nombre tan bello como la paz que refleja su semblante.
    • ¿Pero qué te pasa Beni? ¿Por qué te brillan los ojos? parece como si fueses a llorar y tienes la piel erizada.
    • No es nada jovencito, solo que me he emocionado un tanto al verla... me ha hecho recordar tiempos pasados cuando yo vivía con una joven muy bella... tanto como tu mamá, pero un día tuvo que marcharse y con ella también se marchó un hijo que hoy tendría tu misma edad.
    • Pero dime Beni ¿por qué se tuvo que marchar y por qué él se fue con ella?
    • Esa misma pregunta jovencito, llevo yo haciéndomela siete largos años y nunca hallé la respuesta... el destino, la fatalidad... quizá la providencia... Solo que en estos dilatados años jamás he podido apartar de mi mente y de mi corazón tan funesta ausencia...
Tal vez mi joven amigo no podía entender mis palabras, pero me miraba a los ojos con tal serenidad y sosiego que en realidad parecía un Ángel.

Una voz celestial rompió el silencio que nos envolvía...
    • Ángel, hijo mío, nos tenemos que marchar, ya es muy tarde y pronto se hará de noche...
    • En seguida voy mamá.
    • He de marcharme Beni, mi tiempo aquí ha terminado... si mi mamá puede, mañana volveré...

Y vi como ambos se marchaban cogidos de la mano.


Mi joven amigo volvía de cuando en cuando la cara y con su tierna manita me decía adiós, los vi alejarse despacio, hasta donde alcanza mi vista.

Me siento de nuevo en mi banco y respiro profundamente, todo me parece un sueño. La noche cae lentamente sobre el parque y una ligera brisa mueve las ramas de los árboles, siento frío... mi cuerpo se hace liviano, me parece estar flotando en un cielo infinito poblado de relucientes estrellas...

Oigo voces a mi alrededor, pero no puedo ver a nadie... a lo lejos se oye la sirena de una ambulancia, quizá deba de atender alguna emergencia con las primeras luces del alba...
    • Mamá, mamá mira es Beni, el señor de ayer, mi amigo el mayor, aun está sentado en el banco... Parece que esté dormido.
    • Sí hijo mío, tiene un hermoso y apacible sueño del que muy pronto despertará para reunirse con nosotros... para siempre.
Mángelbe.



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