Las lágrimas de un adiós
No
me hables de soledad...
soledad
triste y fría,
tienes
un ángel que te ama,
que
te venera...
oh
bella poesía...
simplemente
te adora,
no...
no me hables de soledad.
Soledad
es la mía...
queriéndote
como te quiero
no
tengo tu compañía.
Son
mis lágrimas de impotencia
las
que riegan hoy el jardín
donde
crece un bello jazmín...
flor,
que perfumó mi existencia.
Desde
mi banco huelo su fragancia
pero
a ella no me debo de acercar
tenerla
cerca, me haría pecar...
destruiría
su bella inocencia.
Mángelbe.
Se
alejó el frío viento del otoño,
aunque
la huella que dejó grabada,
siempre
será... mi eterna compañera.
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